Jorge MONTELEONE
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Poemas combinatorios
EL CUBILETE DE DADOS
Por Max Jacob
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Hay libros absolutos cuya sola presencia en la literatura tiene la fuerza de una piedra imantada. El cubilete de dados ( Le cornet à dés ), de Max Jacob (1876-1944), es uno de ellos. Su lectura aún preserva el efecto de lo inesperado y, a la vez, el vestigio del tiempo histórico que lo vio nacer: fue publicado en 1917, aunque escrito entre 1905 y 1916, y en él están todavía el mito personal de su autor; los días con Picasso en el cuarto del boulevard Voltaire; la frecuentación con los pintores y poetas cubistas en el edificio "Bateau-lavoir" bajo las auroras de Montmartre; la inminencia sombría de la guerra y el jocoso renacimiento de las vanguardias; el retrato que le hizo Modigliani, donde Jacob gasta sombrero de copa; el ballet Parade ; los poemas del cubilete que arroja dados al azar, el azar mismo que no podía abolir el otro golpe de dados del gran poema de Mallarmé, el Coup de dés.. . El aura de ese mundo desaparecido forma parte de su potencia estética, pero su extravagancia, su precocidad razonada, su belleza diferida por el asombro y lo burlesco prefieren la luz total del presente.
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Max Jacob escribe: "¡Oh, las sedosas bivalvas! Hemos visto en ellas una colgadura: era como las plumas de pavos reales en el lugar donde hacen el huevo, pero ésta fosforecía en el diamante de su marfil blanco, y luego el violeta era más pálido". En esta frase los objetos referidos alcanzan una organización nueva, de tal modo que al conectar los fenómenos de otro modo, aquello que aparece es otra cosa, enigmática y, sin embargo, próxima. El poema produce un objeto nuevo y genera al mismo tiempo una extraña, oblicua percepción de lo real, aunque en el texto la realidad ya sea un horizonte clausurado e insignificante. Como observó John Berger, los cubistas habían creado un sistema por el cual podía revelarse de modo visual la conexión dinámica y simultánea entre fenómenos, donde aspectos diferentes interactuaran: la estructura y el movimiento, los cuerpos sólidos y el espacio en torno a ellos, los signos ambiguos de una obra de arte y lo que representan. Para Max Jacob, el cubismo en pintura y en literatura consistía en trabajar la obra de tal modo que la construcción geométrica o la composición se situaran en primer plano y lo real sólo fuera aludido como un medio y nunca como un fin.
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Por ello el poeta escribe en su prefacio de 1916: "todo lo que existe está situado". En consecuencia, el poema sitúa en el mundo su nuevo acontecer y abre un espacio diverso, como una brecha ardiente en el corazón de las cosas: el poema como "objeto construido". De allí que, como objeto, aunque suscite emoción, el poema no es gestado por el sentimiento personal, sino por una voluntad constructiva, que selecciona y combina los materiales en una invención que tiene horror de los lugares comunes y del cliché. A eso deben agregarse el uso del absurdo o el humor, el aire fantástico o irreal, la veloz asociación de imágenes, lo trivial o cotidiano que deviene misticismo, los sinuosos retruécanos verbales del calembour. El instrumento más eficaz para realizar ese proyecto estético es el poema en prosa, cuyo ritmo depende de su expansión y de su contigüidad, no de la repetición. El poema en prosa propone a Jacob la máxima libertad, la creación de expectativas y de causalidades propias del relato, y el juego más refinado entre el título del poema y su desarrollo, entre el humor y su filo conceptual, entre la brevedad y la condensación. En El cubilete de dados conviven títulos como "Poema en forma de caja oblonga", "La situación de las criadas en México" o "Lo hemos visto, pero no es posible", la irrupción en varios textos del improbable Fantomas, juegos de sentido que van del ingenio a la puerilidad, epifanías laicas o sacras bagatelas, minucias y monstruosidades y, a menudo, textos que poseen la densidad de un microrrelato: "Si pones el oído junto al tic-tac de tu reloj, percibirás en ti algo que no eres tú, y que es uno o el Demonio".
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La leyenda de su vida acompañó al autor como una representación poderosa y, en fin, trágica. Fue homosexual, vivió su pasión erótica y se confesó "enamorado, enamorado, enamorado, accesible al vicio", pero también lo desgarró el ansia del remordimiento y el voluntarismo de la castidad. Fue judío, pero un día de 1909 se le apareció Cristo ante el paisaje que él mismo había pintado sobre un muro: dijo que tenía una elegancia y una belleza inéditas, que estaba inmóvil, de espaldas y vestido con una larga túnica de seda amarilla, decorada con ornamentos azul claro, que el cabello caía sobre sus hombros y que luego giró lentamente su cabeza y el poeta vio parte de su frente y de su boca. Poco después se convirtió al catolicismo y, cuando se bautizó, su padrino fue Picasso. Experimentó con drogas, y de todas prefirió el éter. A partir de 1921, vivió seis años recluido en la basílica de Saint-Benoît-sur-Loire. Durante la guerra regresó allí, donde realizaba tareas religiosas, mientras miembros de su familia eran arrestados, deportados y exterminados por los nazis. La Gestapo lo asedió y vigiló en la basílica, hasta que finalmente lo detuvo y lo envió al campo de concentración de Drancy, que era la antesala del camino a Auschwitz. Pero Max Jacob murió antes en Drancy, víctima de una neumonía, en 1944. Jean Cocteau dijo de él que se había entregado al mundo como un hombre de paja para ser quemado, pero que esa inmolación no alcanzaba al poeta.
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Esta traducción de Le cornet à dés también es histórica. La hizo Guillermo de Torre (1900-1971), uno de los fundadores del ultraísmo, el poeta de Hélices e historiador de las vanguardias europeas. Su primera versión apareció en la Editorial América de Madrid en 1924, de tal modo que ese texto convivió con los libros vanguardistas escritos en español en los años veinte. Pero en el archivo del crítico, su hijo Miguel de Torre halló esta versión corregida con un prólogo fechado en 1970, que ahora publica Losada. En la vasta obra de Max Jacob, El cubilete de dados es su libro más emblemático.
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¡FALSAS NOTICIAS! ¡FOSOS NUEVOS!
Por Max Jacob
En la Opera, durante una representación de "Para la Corona", cuando desdémona canta: "Mi padre está en Goritz y mi corazón en París" se ha escuchado un tiro en un palco de la quinta galería, después otro en las butacas, e, instantáneamente, se han desenrollado escalas de cuerda. Un hombre ha querido descender de los tejados pero una bala lo ha detenido a la altura del balcón. Todos los espectadores estaban armados y entonces se ha encontrado con que la sala sólo estaba llena de de... y de... Luego se han realizado asesinatos de los vecinos, arrojando petróleo inflamado. Ha habido asaltos en las butacas, en el proscenio, entre bastidores y esta batalla ha durado dieciocho días. Quizá se haya abastecido a los dos campos, no lo sé, pero lo que puedo asegurar es que los periodistas han venido para un espectáculo tan horrible. Uno de ellos estando sufriendo ha enviado a su madre y ésta se ha interesado mucho por la sangre fría de un elegante joven francés que ha pasado dieciocho días en el proscenio sin tomar nada más que un poco de caldo. Este episodio de la guerra de los Balcones ha contribuido mucho a los alistamientos voluntarios en provincias. Y al borde de mi acera, bajo mis árboles, yo he visto a tres hermanos con uniformes completamente nuevos que se han abrazado con los ojos secos, mientras que sus familias buscaban mallas en los armarios de las bohardillas.
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El cubilete de dados (1906-1916).
«El sentido común es el instinto de la verdad.»
Max Jacobs
Ilustración : Siegfried Woldhek
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1 comentario
Luis -
En el año 2006he escrito un libro que consta de un poema muy largo (80 Pags), me gustaria conocer tu opiñon sobre el, le dejo la direccion en donde puede encontrar algo como para leerlo.
http://books.google.es/books?id=Tnall4ofTNUC&dq=criaturas+y+guardianes&printsec=frontcover&source=bl&ots=Gx57QLh94L&sig=HBKojx7FP9vWZkdl5RMqGeNQiBM&hl=es&ei=Oa7ySpCoLIu4sgaW0OzZAQ&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=2&ved=0CAoQ6AEwAQ#v=onepage&q=&f=false
Muchas gracias