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Revista Literaria AZUL@RTE

Úrsula STARKE

Úrsula STARKE

 

Úrsula STARKE (San Bernardo, 1983): Ha publicado "Obertura" (2000) y "Discursos" (2001). Dice el poeta Yuri Pérez acerca de su primer libro: "Con 17 años, Úrsula Starke con inusual pericia optimiza sus recursos expresivos; momentos notables de esta primera obra hacen proyectar en Starke significativos balances en sus futuras empresas poéticas".

Blog personal :http://ursulastarke.blogspot.com/  

*

EL ROJO AMANECER DE LAS VIDAS 

Somos generación de almas sin vida.

Hijos no deseados

De Dios.

Ni siquiera tuvimos olor a leche

Nacimos siendo obreros

Con el color del cansancio en la boca.

Pobres vástagosBuscando lo imbuscable.

Lo escondido en la escoria

Del sentimiento paterno.

Porque hubo que ser padres,y tuvimos que ser hijos.  

*

SOY LA ESTÚPIDA... 

Soy la estúpida enamorada

de la estatua hermafrodita

la que huye de sus ojos blancos

con miedo putrefacto

Sueño con ella

imagino su sexo puro

y su lengua tibia en mi boca,

piernas arácnidas,

el enorme placerde sentir derramándome

en su abdomen.

La vida es ácidaparecida a gritos

de hombres normales

quemados en sus camas.

Grabaré en su espalda

que el amor desaparece,

felizmente.  

*

PECADO COMUNAL

(del libro "Obertura", 2000) 

Del trazo ajeno de mi mano

te escribo, San Bernardo.

Jamás probé las amargas calles

De tu pasado fértil

(Eras ciudad apartada,

Gritabas el silencio urbano)

Ni he contado las hojas

De los árboles agonizantes

En la ventana torcida.

No bailé los días

De Maestranza

Al ritmo metalizado de sus máquinas.

Hubiera querido dormir en tus llanos

Apartados del Paraíso Terrenal,

Pero las golondrinas y las moscas

Una y otra vez

Desviaban mi sueño.

San Bernardo, nada hice

Digno de agradecer

Pero lloro contigo

Todas las horas de tu eterna noche.   

*

EL ENCUENTRO 

Me fui

Pero no para siempre.

Volveremos a encontrarnos

Un día oscuro, con niebla

Entre cadáveres y ruinas.

Estaremos descalzos y fríos

Viejos, solos

Cubiertos de tierra

Nos encontraremos...

No me reconocerás

Estaremos deshechos y podridos.

Te acordarás de los días que pasaste conmigo

Y te arrepentirás de no haber sido feliz. 

*

DE NOCHE EN LAS CALIGRAFÍAS…
por Alejandro Lavquén

«A Úrsula, poeta inevitable
en mis lecturas y sueños de poesía…»


El invierno desplazó el sueño bajo las sábanas, eran blancas, y en penumbras el cuarto. Tu voz tocó mi oído: "Sueño con ella/ imagino su sexo puro/ y su lengua tibia en mi boca". Sentí deseos de llorar, estabas tan cerca y lejana como una fantasía. Besé la perla de metal bajo tu labios: "El poema críptico de tus ojos,/ la belleza/ como una flor/ entre los dedos". Sentí tu presencia, tal cual se siente una algarabía que atraviesa el pecho de un poema. Tu dedo índice dibujó en mi mejilla: "Quiero delinear con mi aliento/ tu entorno gris/ para descubrir el estilo siglo XV,/ las tierras vírgenes que ocultas/ conquistar esa piel lúgubre/ y hacerla fértil de fuegos y brasas". Sentí un golpe en mi sangre, una sensación que de soslayo descubriste bajo mi cintura, una sensación bajo la tela del pantalón, que palpitaba leve y fija en tu mirada. Era esa sensación que sólo tú sabes traducir a un idioma que en la soledad es el nuestro: "Las rejas que caen/ bajo la humedad/ y la caricia./ Las sombras y el fuego". Estabas melancólica, pero con un fulgor en tu cuerpo…, me dijiste que "Las flores se marchitan/ justo antes de brotar", y luego tus manos abrigaron la extensión que percibías. Fuiste lenta y amable, mientras más extendías aquel verso, más veloz era el movimiento de tu mano. Giré en ciento ochenta grados y mi lengua se estremeció entre el paraíso que florecía al centro de tus caderas: "El arrebato de la piel/ anclado en nuestros perímetros". Nos amamos sin contemplaciones, era "la hora en que nos desatamos/ contra el muro de la noche,/ cabalgando como dos adolescentes la primera vez". Posaste tu boca en la cumbre de mi estallido y al volvernos entramos tú en mí y yo en ti, con la sonrisa más amplia y sincera que nos entregó la luz y los susurros de la carne, como campanadas anunciando la resurrección de una virgen negra y un sacerdote virginal disfrutando el infierno. Los gemidos eran un canto, una procesión de verbos y piel: "Soy el hombre más tocado/ por tus manos sudorosas,/ el más prostituido en los labios azules/ que decoran tus rostro infernal./ Me incendié/ entre tus piernas…" (…) "Bebí hostias/ de tus deíficos labios/ con la excitación lujuriosa/ entre mis cabellos". Nunca mis pulsaciones fueron tan infinitas y dichosas, tan oscuras y refulgentes a la vez: "Tu ternura invadió mis horas./ La plácida confianza de tu voz/ me reveló el secreto de tu sangre" (…) "Son tus aguas/ tan gemelas de mi sensibilidad/ como lo es la solitaria melancolía/ torrencial de mi cuerpo".

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Llegó el alba y seguí soñando, aún mantenía el calor de tu cuerpo en mis manos, las estrellas de tu piel en mis labios. La lluvia golpeaba la ventana con su canto de "alegrías llenas de tristezas", como un augurio en la distancia… Mi corazón entristeció su semblante y una gaviota escribió sobre el mar: "Si no es el cuerpo es la sombra/ si no es el grito es el soplido"… Amanecía sobre Valparaíso…

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Paginas a leer sobre Alejandro Lavquén:

http://www.letrasdechile.cl/lavquen.htm

http://lavquen.tripod.com/

http://etcheverry.info/hoja/actas/notas/article_718.shtml

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Ilustración: Maja Vodanovic

http://www.webstergalleries.com/vodanovic.htm

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