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Revista Literaria AZUL@RTE

URUGUAY

Andrés Fabián VALDÉS

Andrés Fabián VALDÉS

Los Polizones 

Por Andrés Fabián Valdés  

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El mundo navega por la noche, mientras es golpeado por las olas de la tormenta. Es inútil saltar de la embarcación... Si me quedó aquí seré polvo al viento; pero en un viento cómplice con la lluvia, y entonces me haré lodo, macizo lodo; superficie inmóvil y consistente que se priva de un maravilloso mar de estremecimientos. El aliento casi se me ha condensado,  y el calor huye de mi cuerpo como el calor de los brasas vivos se escapa hacia las cenizas. Mi realidad se ha hecho un hilo de grisáceo humo que se dilata delante de la niebla. Las olas golpean la proa del mundo, pero éste avanza sin reaccionar ante su hundimiento. Es tan inútil gritar ¡AUXILIO!... ¿Ya lo ves?... Si nos quedamos aquí seremos como el viento encima de un hediondo pantano. Sin darnos cuenta arrastraremos putrefacción y finalizaremos siendo nosotros mismos el pantano. ¿Quieres oler a cosa desagradable? Yo ya he empezado a oler como si viajara de veterinario en el arca de Noé; ¿entiendes? ¡Vamos polizón, ten valor! ¡Atrévete a saltar conmigo de este barco!... A la cuenta de tres... ¡Luego de la ola grande! Uno... Dos... y... ¡Espera espera!, creo que me olvido de algo...¡ah sí, mi fe! ¿La habré dejado entre los discos de los Beatles?... ¡Iré a buscarla! No quiero que este sea un acto totalmente desesperado. Así que siéntate, y si lo deseas, fuma tu último cigarrillo...   

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Ilustración: Ernan CORTAT

http://www.galeriabrasiliana.com.br/ 

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Omar REQUENA

Omar REQUENA

 

Omar REQUENA nació en Caracas en 1972. Vive actualmente en Ocumare del Tuy, la primera capital estatal mirandina. Cursó estudios de Derecho y Artes Visuales en la misma ciudad. Actualmente inicia el segundo semestre de Comunicación Social en la UBV. (Universidad Bolivariana de Venezuela)

Tiene inéditos un poemario y una colección de piezas breves para teatro. Trabaja actualmente en su primer libro de relatos.

E-mail: omarrequena@yahoo.es      

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OAXACA: UN COMENTARIO, UNA CARTA. 

A Oaxaca 

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En “Historia de Garabombo el Invisible”, Fermín Espinoza es un campesino de la altiplanicie peruana que tiene el don de la invisibilidad. Oculto a los ojos de las autoridades que intentan frenar por fuerza las revueltas en Yanahuanca, no lo en sin embargo a los de sus familiares y amigos, testigos y hermanos de su lucha contra el poder que segrega u olvida. Terrible, maravillosa alegoría utilizada por Scorza para referirse al silencio impuesto a ciertos grupos –minorías irónicamente grandes-, desprovistos hoy en día del derecho sagrado a la ciudadanía, esto es, las personas que exigen con responsabilidad, preguntándose el por qué y el para qué de las cosas. Todo lo contrario al manoseado “pueblo”, trilladísimo cliché, bueno para campañas electorales y consignas al uso del interesado. 

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En Oaxaca, México, hace tiempo que llegó la sangre al río. Educadores pugnan por reivindicar su dignidad contra quienes los han considerado invisibles, no dudando en implementar la censura y la represión mas violenta para que nada cambie. Es una lucha desigual y quisiera pensar, contrapelo del “sentido común”, que al final la justicia estará de  lado del que nunca gana; que las muertes (a todas luces trágicas) no han sido en vano; también, que ese silencio –sospechoso, cómplice- de ciertos medios privados, termine por levantarse. En América debe saberse lo que sucede en Oaxaca, criticarse y condenarse.  

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Por  esos maestros, por esas maestras y su labor tan vilipendiada por indignos, oportunistas y mercenarios; por esos gobiernos que solo desean fabricar borregos y perpetuar trivialidades, va esta carta personal de Elena Méndez (Sinaloa, 1981), libélula de luz, amiga y escritora de prosa sugerente, tersa, como noticia y advertencia de que no podemos, jamás, cerrar los ojos, ni la sensibilidad.Nuestro futuro es un futuro común.   

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Omar Requena.  

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Oaxaca, omar, es un estado al sur de México, que tiene un sinnúmero de riquezas culturales y naturales y que vive una de las peores miserias. Hay gran cantidad de pobladores de origen indígena, que no tienen acceso a educación, salud, alimentación; lo más indispensable. Por ello, hay mucha migración de los nativos hacia otros estados de la república, o bien a EU, donde sufren peores humillaciones que en su lugar de origen (muchos de ellos no saben español, sino su lengua indígena, y carecen de los estudios más elementales, así que no saben defenderse)  El conflicto magisterial en Oaxaca tiene meses y no se resuelve por culpa del gobierno y el sindicato educativo, grandes corruptos. En Oaxaca el magisterio percibe menos sueldo que en el resto del país, porque el nivel de vida es inferior (lo cual no es justificante) 

El gobernador del estado, Ulises Ruiz, ha oprimido con violencia el movimiento, quien se opone a reintegrarse a la actividad docente mientras él permanezca en el poder.  Ya ha habido maestros muertos por las autoridades; sin embargo, el movimiento aún resiste.  La líder sindical, Elba Esther gordillo, es una mujer oportunista (jamás ha dado clases; tiene una fortuna insultante) que antes estaba en el partido oficialista, el PRI, quien, luego de 71 años en el poder, fue derrocado en las primeras elecciones democráticas de esta nación, por el PAN, cuyo candidato fue nuestro ahora presidente saliente, Vicente Fox, del cual elba Esther es íntima amiga. Ella, al verse desplazada de la presidencia del comité ejecutivo nacional de su partido,  fundó un partido más, lo cual provocó la expulsión de ella de su partido original. El candidato que ella manipulaba para las elecciones presidenciales tenía la mira de robar votos al resto de candidatos, en especial al izquierdista López obrador, a quien le fue arrebatado el triunfo. Ahora se ha aliado al presidente electo, el espurio Felipe Calderón, para asegurar su estancia en el poder. 

Imagínate qué clase de lacras dominan la educación y el gobierno mexicanos (lo sé de sobra, varios miembros de mi familia son maestros, y he participado en los movimientos de protesta)  

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Ilustración: Simon SILVA

Alfredo VAEZA

Alfredo VAEZA

 

Nacido en 1970, la ciudad de Montevideo Republica Oriental del Uruguay. Autor de poemas y canciones. En el 2004 publicaron poemas en diferentes Antologias. Editorial novelarte libro: Antologia "Un puente en el arte". Cen ediciones. Libro: "lenguaje de pluma y tinta". Editorial Nuevo Ser. Libro: "letras del mundo"2005 esta terminando de corregir su primer libro inedito "El niño del viento azul" y buscando editorial.Productor audiovisual Egresado en la Escuela de Cine de Montevideo (generación 2000). Director de la Galeria de arte plastica www.vaezaarte.com

DJ de musica para fiestas privadas y boliches. Actualmente ingreso en la la facultad de Bellas Artes  

Email : antesydespues@hotmail.com o martag@netgate.com.uy

Paginas personales :http://www.arte7.com.uy/Pag/03/inf_old/KMizoguchi.htm

http://casadeasterion.homestead.com/v6n23vaeza.html

http://video.google.com/videoplay?docid=-2210273145306299432       

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Escrito en el “Percepción” La Balconada  en el año  1996.

Titulo: “Ultimo acorde que escucho Hendrix” 

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Esa noche mágica

mezclada con un interminable atardecer

y un silencio de viento en tu cara. 

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Tuve tristezas por olvidar las lágrimas. 

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Sabes - en algún momento estaremos juntos

y en ninguno separados -. 

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La imaginación de mi labio esta inventándote. 

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Hace le acordar al sentimiento que es un habitante del alma. 

Del magnifico reflejo del momento se formo nuestra energía. 

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El que murió pensando en vos alta sabía que te amaba

Conocía mi horizonte mirada. 

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En las colinas del viento que acarician al verde... 

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Uniendo al sol con mis risas azules... 

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En el medio de la luna clave mis ojos

contemple el silencio, los anaranjados atardeceres.

Mujer luz, mujer grunge

Se mar

Se sol

Avanza desde el horizonte hacia mí 

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El pasado hipnotizo mi futuro con una luz crepuscular 

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Hoy te escribo  aunque ya sabes que te quiero.

Siempre igual al niño del viento azul 

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Y despertando en la noche duermo a mis sueños 

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El grito del eco se acerca al ausente 

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Desde adentro de mi alma encuentras las respuestas...

siempre el sol con sus tres letras

Al pensar en vos recaigo en el extraño

Es aquel sueño el menos sufrible?

aquel instante...ese silencio. 

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En el árbol las palabras, en el azul el sentimiento 

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Conoces: ¿El mural del mundo en el que "yo" vivo?

Decirme que vas por los campos donde en la tierra hay sonrisas

que invaden tu mente.

Decirme que hablas con las nubes en los días que sufro el bajón del enfermo

¿Nena, sabes mi presente en esa canción que grita aquel viejo?

La luz aquella que ilumina mi adentro se fue atrás tuyo

haciéndome volver a esa limbo rodeados de frutas que no fermentan con vino 

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El campo se abre a los ojos del niño

del viento azul, el te extraña.

En su mente el viento envuelve tristezas.

La imaginación que tiene se acerca a lo cierto

y es invencible a la mancha de todos. 

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Nadie en el camino, mis luces ven lo todo 

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La palabra aquella que selle en tu alma 

Y de pronto esa mirada, tu cara

¡el relámpago inmenso! 

No esta más conmigo la defensa de aquel mar tan increíblemente verde.

El silencio de los medanos dejando sin voz por ti hasta sus vientos. 

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El niño local nos mira alejarnos yo estoy aun más lejos 

No es la pintura del mar más extenso 

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Es esa noche oscura, en ese amanecer naranja

en tu cuerpo. 

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Lugar en el mundo que pise con mi mente.  

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Tus palabras más simples encandilan mis inmensas verdades

El campo magnético nos muestra el camino, la energía 

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¿Decirme que remolinos formas en tus sombras?

¿Cual invento crees que te sobra? 

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El campo nos mira sin saberlo 

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Y seguís tú en mi mente, en mi mente color crema

....en mi vida 

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Solo nena pregúntame a mi tus respuestas

Abrí solo a mí la gran puerta

And nena cree en los trompos veloces, en los finos rientes. 

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Tiendo una nube a tu paso 

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El sol se esconde entre los medanos de la Balconada

en el horizonte, en el mar

Arriba del techo de "Percepción" lo veo

a lo lejos pero cerca

Hoy es naranja y redondo

ayer fue rojo. 

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Es el inconfundible grito en el silencio

y sigo mirando atardeceres increíbles 

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Estoy en mí adentro aunque hable 

¿Es el mar arena tu destino? 

En "Antoniopolis", el cielo entro un día y no pudo irse

...el mas azul. 

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La Balconada tiene su mística y no es el sol 

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La luz rodea mi cara y tu misterio 

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El árbol sigue intacto en sus colores 

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El significado inmenso de tu destino,

el himno del sol 

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Y el viento en mi cara me dice que estas 

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El pájaro azul aquel que por alas lleva el misterio

Como un pez naranja en las grutas de las profundidades

del inmortal mar 

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Pare ahí, donde encontré el tesoro perdido mas valioso 

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Los dos caballos blancos salvajes galopan sin rumbo

cerca explotan las olas tan verdes 

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Música ya vienen tus días?

las canciones verdades  

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Las olas por estar ahí enamoraron a las más divinas rocas

Más seria roca sin tus movimientos

Nunca intente conocerla es que ella ríey

Pearl Jam sigue sonando 

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La tranquilidad del mar en todo su infinito. 

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El arcóiris se filtra dentro de mi mente 

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Estabas ahí en ese momento de la vida igual al mío 

El tiempo duele con sus ojos y hay un paralelismo a vos

al ultimo acorde que escucho Hendrix 

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Sabes desde aquí oiré el llanto 

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Envolveré la lágrima 

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Se que mojadas caen tus lagrimas 

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Si cierras los ojos que enseñan el alma los abrís de golpe

y no olvidas esas palabras,el canto del ángel

El significado inmenso de mi destino 

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Las risas de la gente humilde

son la boca de tu sed. 

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Volver conduciendo un vientre, una destrozada palabra un anterior ser viviente 

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Camino bajo las estrellas de las rutas por la esperanza de encontrarte

desde que me hablaste hasta siempre 

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Dibuja una mirada que sea la mía, como yo, como vos, encontrarme 

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-El sonido del amanecer que nos  encuentra despiertos-.  

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Autor: Alfredo Vaeza

Andrés Fabián VALDÉS

Andrés Fabián VALDÉS

 

La serenata del sol

Por Andrés Fabián Valdés  

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El sol deshojaba sus últimos pétalos de luz; el desvanecimiento del ocaso era prevaleciente y silencioso. Isabel barría las hojas desprendidas durante la tarde; ya formaba varias pilas de ramas secas. Su nieto se entretenía con una mariposa que llevaba quebrada un ala. Sosteniéndole con ambas  manos, le observaba con dulce asombro; los colores de las alas se reflejaban en sus pupilas. Su abuela se hallaba envuelta en preocupación. Apoyada en la escoba, miraba perpleja los montículos de hojas.

- Ha fallecido Doña María. –Se murmuró tristemente. –Quién lo hubiese adivinado... Pero la vida es así.

El niño había elevado sus brazos y la mariposa se preparaba para volar. La anciana proseguía ensimismada. El pequeño se paraba en puntas de pie, estirando su cuerpecito como si quisiera alcanzar el cielo. Una sonrisa le conquistó y por fin la mariposa partió. Se fue veloz aun con el planear trabajoso.

Ya el sol parecía una vela extinguiéndose en el horizonte, y en la cima palpitaban las primeras estrellas. Isabel quemaba las hojas. El humo era un hilo gris que se descosía desde aquella esquina del pueblo. De pronto el nido de golondrinas enmudeció. El muchachito, al acercarse al silente árbol, empezó a tararear una canción que su abuela le había enseñado. Isabel miraba el fuego, ojos nostálgicos y rostro serio; no se movía en absoluto.

- Le embargaron la casa a Don Jesús. –Se dijo. –Y le echaron del trabajo. Dónde iremos a parar...

Las golondrinas habían comenzado a cantar. El niño, al arrimarse a la mujer, le tomó de una mano. Ella se agachó expresando una enorme ternura, le besó la mano y luego el alegre rostro. Le hizo cosquillas. Los dos rieron a carcajadas. De inmediato le susurró cariñosamente:

-Eres el amor de mi vida. –Le abrazó. –Todo lo hago sólo por ti, corazoncito mío, sólo por ti.

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Ilustración: Cornée

Andrés Fabián VALDÉS

Andrés Fabián VALDÉS

El nacimiento del sol

Por Andrés Fabian VALDÉS 

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Le miró con ternura; sus ojos parecen dos gotas extinguiendo el fuego y su boca una caricia que recorre la piel. Ella, aun sintiendo vergüenza, se recogió la pollera y se posó cómoda sobre la hierba. Por primera vez sus senos transpiran y su amor se abre como una rosa. La brisa silvestre les refresca. Los labios brincan al igual que nerviosos pajarillos. Él es presa de ansiedad, pues ahora tiene cuanto existe en su anhelo. Nadie les puede descubrir; la noche no es oscura, por el contrario es luminosa y reflexible, pero ellos se encuentran lejos del pueblo, en una colina junto a un lago espejado. Tal vez muy cerca, o demasiado lejos, un campesino corre rápidamente. Se le nota fatigado, más por una odiosa rabia que por la agitación física. Sus ojos endemoniados exclaman amenazas sin juicio alguno; sin embargo avanza seguro de su dirección.

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Los jóvenes se murmuran palabras dulces. Sus manos, convertidas en caricias temerosas, son arrastradas por el deseo; un deseo elevado e inexperto. Él le jura que la ama. Ella aprieta sus manos y hunde los dedos en la tierra. Las respiraciones se expanden en profundidad mientras sus cuerpos y sus almas se acercan por un ritmo creciente. Se poseen íntimamente, eternamente. La brisa alza su soplo y la hierba se humedece. El campesino corta distancia a paso iracundo. La luna le baña los senderos. Las suelas de sus botas estallan contra las rocas. Cree que ha sido traicionado; ella le había prometido que estaría temprano en casa. El muchacho le sonríe con ternura. Ella gime broncamente por primera vez; la molestia le es gratificante. El extraño corre a reventar. Quiere golpearlos y enseñarles las reglas. Darles una paliza hasta desintegrar todo recuerdo. Los labios de ella tiemblan afectados por la bondad. De sus pupilas emerge un brillo divino. Le nacen lágrimas de los ojos. El hombre ya corre sin tocar el suelo. Presiona los puños. Atraviesa arbustos. Salta alambrados. Intuye que es tarde. Maldice. Se le escurre espuma por la boca. Ya son audibles las respiraciones aceleradas. Tan solo unos metros les separa. Un alarido cruza el valle ¡y los tres se miran! ¡Se miran desafiantes! Aunque ya es tarde, demasiado tarde: ambos se hallan abrazados, contemplando el azul profundo y radiante del cielo y meciendo al niño recién nacido. 

 

Andrés Fabián VALDÉS

Andrés Fabián VALDÉS

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Bocetos… La Amada

Por Andrés Fabián Valdés 

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Estaba al salir por el patio de mi casa, cuando ella pasó montada en su bicicleta y despejada con la presencia de siempre; se le notaba joven, elegante, saludable y satisfecha. Llevaba un andar con movimientos serenos y fluidos. Airosa desfiló ante la esperanza de mi adoración, y jamás se percató de mi arrestada figura, de mi forma presa por sus atractivos; no desconcentró su vecinal paseo, ni por más que yo manifestase estridencia girando los goznes del viejo portón que resguardaba de la calle. Pasó ensimismada por delante de mis ojos suplicantes, que añoraban reflejar su sonrisa y su mirada. Tanto fue de ráfaga altanera, que inmediatamente de su fugaz actuación, el anhelo quedó abandonado en las ruinas de un monasterio construido en mi corazón; pero sin duda, a pesar de su desinterés por ser contemplada y admirada, era capaz de poner en funcionamiento la más agradable actuación donde ella era la principal protagonista de mis comedias y de mis dramas, ambos, escenarios cotidianos.

 

No quise prenderme del ingrávido suceso, y traté de no poseer una actitud pesimista ante los primeros pasos del día. Proseguí con  mi normal entusiasmo, que aunque modesto, me ayudaba a valorar el momento en el que me hallaba. Continué con lo predispuesto para la mañana, que en principio, era simplemente tomar un grato descanso en algún banco sombrío de la plaza. Preferentemente buscaba sentarme en una de las esquinas, para obtener una completa visión de la arboleda del lugar. Aunque… en realidad, no es mi deseo mentirles; la verdad no es otra que, siempre busco descansar en el primer banco libre al que accedo, generalmente ubicado en alguna esquina.

 

Un par de veces al mes comenzaba a sentir que les debía las horas de un paseo a los caminos del lugar donde fui niño, y donde luego, sin pretenderlo y sin notarlo, me hice extranjero. Dos veces al mes, mi filosofía deseaba formar parte de los códigos de un micro mundo concebido por inexpertos vecinos. Se me antojaban los sonidos y las brisas campestres de las calles donde crecí, donde en la juventud descubrí  el desencanto de ser alguien y donde con celo y resentimiento mordí los labios de una revolución nombrada adolescencia; dos veces cada unos treinta días aproximadamente, empezaba a sentir un inexplicable hambre por los cruces de sendas donde extravié la fe y donde me padecí puesto en prueba de inteligencia; un par de veces cada treinta noches, sentía una implacable sed por el aire fresco que asedaba en los extramuros de la ciudad y en cuyas esquinas donde avizoré el derrumbe de la mitad de mi orgullo y donde me sufrí fútil e impotente de conquistar el fin de mis nostalgias; existían dos días en el mes, en que se me antojaba pisar las piedras y el concreto de las calles donde aprendí la virtud de comprender, de perdonar y de ser paciente, y donde fui iluminado por el sol del amor, una y otra vez, entre apagones, eclipses y encierros ciegamente voluntariosos.

 

Ya faltaban escasas bocacalles para llegar a mi destino. Caminaba bordeando el cordón de una vereda, tanteándolo como a un barandal. Escuché gritos y risas, y advertí que a corta distancia un grupo de niños jugaban juntos; formaban un escandaloso rebaño de fieles arduamente traviesos. Entonces otra vez la encontré; allí estaba ella, siendo un pequeñuelo más que se entretenía fantásticamente, alardeando su chispa y entonando un cántico infantil. No sé si parecía una dulce mujer realizada niña o una precoz niña hecha una jovencita, pero se divertía con devoción y se esmeraba por recrear a sus pueriles colegas. Su voz, sus palabras y sus risas, eran gentiles que vagaban armoniosamente por un diminuto universo de espontaneidad, y su mirada de ensueño, era un ángel que alumbraba un sendero de felicidad infinita.

 

Pasé de largo frente a su dispersión y otra vez no se enteró de la franqueza de mi esperanza. De todas maneras, mi ánimo proseguía inflexible, aun teniendo la comparecencia de algún leve eco del recelo y de la soberbia.

 

Al llegar a la plaza donde descansaría bajo la sombra de la alameda, oí a un grupo de adolescentes, que acariciados por un aire con fresco aroma a hierba, tañían sus guitarras y alzaban sus voces. El tiempo matutino transcurría con agrado; la luz mañanera era sutil al igual que los transeúntes que se comportaban imperceptibles. Elevé la cabeza e imaginé un cielo de un color intransferible por donde atravesaban aves de diferentes especies. Entre la variedad de pájaros que desconocía, atendí el pasar melodioso de gorriones y jilgueros. Yo perseguía los distintos aleteos que oía y que me dejaban invadido por las ansias de tan salvaje libertad; una libertad que le devolvería la majestuosidad de la vida a cualquiera que esté degradado por la obligaciones de la más ingrata de las sociedades. Estaba por descender mi cabeza y sumergir la atención en la dulce fragancia a flores que la brisa hacía temblequear sobre la tierra, y entonces entre aleteos y graznidos, apareció ella, una vez más, la Amada, cantando a través de mis oídos como en un cuento fabuloso y flotando en el aire semejante a un rico perfume de primavera. Un brillo y una nitidez incomprensibles se cernieron ante el estupor de mis párpados. Se estremeció mi sed por la vida. Escuché mi nombre; aquel que desconozco. Quise mirar, ¿pero dónde?, ¿de qué manera? Mi corazón palpitó a un ritmo empeñoso. Yo caía dentro de algo. Respiraba profundamente. Me sentí extraño. ¡Ese algo se elevaba! Fui ajeno a este mundo. Estuve a gusto. Creí alejarme… Mis sentidos se desbordaron de una armonía con la que no alcancé fluir y ser uno en la chispa de segundo que es la eternidad. La experiencia me dejó más anhelante que nunca y tan alegre como fastuosamente serio. No sé si ella percibió mi cuerpo desgastado, mañoso, impostor y solitario, no sé si tomó conciencia de que la necesito, sin embargo, al cerrar mis ojos aún más, logré sentirme hondamente enamorado de ella… mi Amada.

 Aquel día, como tantos que le siguieron, no quise detenerme mucho tiempo en aquella plaza tan preferida, no deseaba estar inmóvil, por el contrario quería proseguir caminando e imaginando las cosas que apenas había visto cuando niño. Así que me alejé de allí escuchando el movimiento de la vida en mi alrededor y reconociendo el camino con el tanteo de mi bastón.

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 Ilustración: Denis CHIASSON

http://www.webstergalleries.com/chiasson.htm

                                                       

Alfredo VAEZA

Alfredo VAEZA

Nacido en 1970, la ciudad de Montevideo Republica Oriental del Uruguay. Autor de poemas y canciones.

En el 2004 publicaron poemas en diferentes Antologias. Editorial novelarte libro: Antologia "Un puente en el arte". Cen ediciones. Libro: "lenguaje de pluma y tinta". Editorial Nuevo Ser. Libro: "letras del mundo"2005 esta terminando de corregir su primer libro inedito "El niño del viento azul" y buscando editorial.

Productor audiovisual Egresado en la Escuela de Cine de Montevideo (generación 2000). Director de la Galeria de arte plastica www.vaezaarte.com

DJ de musica para fiestas privadas y boliches.

Actualmente ingreso en la la facultad de Bellas Artes

Email : antesydespues@hotmail.com o martag@netgate.com.uy

Paginas personales :

http://www.arte7.com.uy/Pag/03/inf_old/KMizoguchi.htm

http://casadeasterion.homestead.com/v6n23vaeza.html

http://video.google.com/videoplay?docid=-2210273145306299432      

*

*

Dedicado a Antoine de Saint-Exupéry después de leer
su libro
«Ciudadela» antes de que despareciera en el cielo.

He visto la bronca del niño cuando su madre llora
He visto preamaneceres insólitos en la rambla de Montevideo.
He nadado hacia el sol mientras bebía la luna
He descubierto la fuerza del amor y su potencia en la misa.
He escuchado los cantos del por qué alguien muere.
He revisado y subrayado los libros que alientan mi curso.
¿No me he perdonado todavía a mi mismo?
He visto mi cuerpo tan solo desde mi alma flotante
He encontrado que soy y no soy como un ser encantado.
He visto donde viven los duendes y les robé su comida
He visto el silencio aturdirme de póstumas razones.
He visto la depresión atacarme con su inmunda sonrisa
Y la dejé seguir de largo…
He descubierto todo en la caída de esa lágrima.
Nada resuelvo sin el sonido del mar y del viento..
¿Has todavía reconocido a Dios e ignorado al hombre?
Me he mil veces equivocado sin corregirme de vuelta.
He dormido en el día lo que despierto en la noche
No te he llamado —sólo espero que vengas—.
He escrito poemas que atemorizan al libro
He inscrito mi sangre en un colchón de aguas vivas.
He resuelto aceptar la fe como una premisa divina.
¿He pensado en el miedo acobardándolo?
He visto a los niños enseñarme mi alma      

*

*

“Solo el dolor del ausente es capaz de derribar a los ecos  de la memoria en la profundidad de la inmensa mayoría de los seres  aturdidos  por sus raíces”    

*

Se encontraron,

así el destino lo había tramado,

debían conocerse.

Uno venia de  Uruguay,

otro,no importa de donde.

Fue increíble,

los dos buscaban esa mirada

hace varios años,

hace sueños muertos.

Una tarde neoyorquina,

un anochecer montevideano.

Nadie habló.

Sus caras expresaron las palabras del entiendo.

Nunca más se separaron,

no rieron,

solo hablaron.

Nadie los presentó.

Ya se habían conocido.

Ya habían imaginado el encuentro.

Ella era blanca como blanca nunca esperada,

su risa corría paralela al viento que sopla en otoño.

El, solo era diferente,

creía en los sueños

sentía su alma dormía al bostezo.

Nadie supo que pasó después.

Los vio solo la camarera

y lo guardo para ella.      

No compartiría esa experiencia.

Dejó su trabajo y abrazo al viento. 

*

*

  Ilustración : Norman Botrill   

http://www.vaezaarte.com/pinturas.php?c=4&v=2      

Alfredo VAEZA

Alfredo VAEZA

  

LA CIRCUNFERENCIA 

La circunferencia gira,

siempre mirando esa ventana esta la niña.

Su pelo es negro,su letra horrible,

Nadie intenta conocerla, ella ríe.

Vio al niño del viento azul solo un momento.

La circunferencia brilla.

Nunca el dolor asombra su vida,    

El espejo hipnotiza verdades.

El cuerpo flaco sensualizo sus no limites.

El espejo si sabe los caminos...

La circunferencia estalla.

Ya es hora de mirarla.

El tiempo pasa rápido en nosotros 

En ella, no.           

*

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SIN LA VERDAD NO HAY LIBERTAD                

a Zelmar y todas las injusticias       

Los dos caballos blancos salvajes galopan sin rumbo,

cerca explotan las olas tan verdes,

una mujer ni siquiera para a observarlos,

El río no es agua , es sangre.

Bajo del muro aún nacen las piedras

y los cadáveres preguntan:

No somos importantes ?

Merecemos este olvido ?

No valemos justicia?      

*

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SINTOMAS ARDIENTES  

a Baudelaire  

Sintomas ardientes de repulsiones vivas.

El rey está muerto ,

 huye de su mente su fe en la rutina.

Mártires palabras mártir ascendente.

Reí mirando aquellas formaciones de campos sin vida.

Y la pasión ardiente, y el triste suicida?

Sólo veo la ruta de viaje a la amnesia,

Al fin de los dïas,

Principios de soles encandilan mis viajes,

principios de campos,

y rió... y mas rió...y mi mente se vuela.

Camino en los pasos del ángel testigo,

escuchen el ruido, lo siento , no pueden. 

*

  

  Ilustración : Carlos Artyszuk

http://www.vaezaarte.com/pinturas.php?c=4&v=2