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Revista Literaria AZUL@RTE

Fernán ALAYZA ALVES-OLIVEIRA/ María Angélica MATARAZZO DE BENAVIDES

Fernán ALAYZA ALVES-OLIVEIRA/ María Angélica MATARAZZO DE BENAVIDES

 

El Dao De Zhen Jing (O Tao Te Ching)  

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72 

Cuando el pueblo no teme la autoridad,

entonces la gran autoridad adviene.

No se constriña su vivienda,

no se haga enojoso su vivir.

Solo si no se hace enojoso,

la gente no sentirá enojo. 

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Por ello el hombre sabio

se conoce a sí mismo y no se manifiesta a sí mismo,

se ama a sí mismo y no hace alarde de sí mismo.

Por ello abandona aquello y toma esto.   

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73 

Ser valiente y osar, es la muerte;

ser valiente y no osar, es la vida.

De estas dos, una es la cosecha,

una es la desgracia.

Aquello que el cielo aborrece

¿quién sabe su por qué?

“Por ello el hombre sabio lo encuentra difícil”. 

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El camino del cielo es

no disputar y ser bueno para vencer,

no hablar y ser bueno para responder,

no llamar y que ellos vengan por sí mismos;

es suelto y bueno para el ingenio.

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Las redes del cielo son amplias,

laxas pero no dispersas.    

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74 

Si el pueblo no teme la muerte

¿por qué asustarlo con la muerte?

Si la gente constantemente teme la muerte

y a los que actúan de manera extraña

yo los prendo y los mato,entonces

¿habrá quién se atreva? 

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Quien constantemente mata: mate.

Reemplazar a quien constantemente mata

es como reemplazar al gran leñador en hachar.

Reemplazar al gran leñador en hachar

raramente no comporta herir las propias manos.  

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75 

El hambre de la gente es porque

sobre ella son muchos los tributos alimenticios;

por ello el hambre.

Es difícil gobernar a la gente porque

sobre ella existe la acción;

por ello es difícil gobernar.

La gente ve ligera a la muerte porque

sobre ella es pesada la busqueda de la vida;

por ello ve ligera a la muerte.

Por eso no actuar por la vida

es más meritorio que tomar por cara la vida.    

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76 

La vida de los hombres, blanda es y débil,

su muerte, dura es y fuerte.

La vida de las diez mil cosas, de las hierbas

y los árboles, blanda es y frágil,

su muerte luego es seca y marchita. 

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Por ello

el duro y fuerte es seguidor de la muerte,

el blando y débil es seguidor de la vida.

Es por esto que

cuando los guerreros son fuertes son aniquilados,

cuando los árboles son fuertes son talados

Lo duro y lo fuerte se encuentran abajo;

lo blando y lo débil se encuentran arriba.   

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77 

El camino del cielo

¿no se parece a estirar un arco?

Lo alto se baja,lo bajo se alza;

lo que excede merma,

lo que es insuficiente se complementa. 

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El camino del cielo merma al que excede

y complementa al que es insuficiente;

el camino del hombre, en cambio, no es así:

merma al que es insuficiente para elevar al que excede. 

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¿Quién puede tener excedente para elevar a cuanto existe bajo el cielo?

Tan solo el que tiene el Camino. 

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Por ello el hombre sabio

actúa pero no aferra,

produce la eficacia pero no se posesiona,

porque no tiene deseo de aparecer como benemérito.   

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78 

Bajo el cielo nada más blando y débil que el agua,

que cuando ataca al duro y fuerte,

ninguno puede vencerla,

porque nadie puede hacer que ella cambie. 

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El débil vence al fuerte,el blando vence al duro.

Bajo el cielo no hay quién no lo sepa

y no hay quien pueda actuarlo. 

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Por ello el hombre sabio dice:

a quien sufre el baldón del principado

se le llama señor de las tierras y sembríos;

a quien sufre la desdicha del principado

se le llama rey de cuanto existe bajo el cielo. 

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Las palabras rectas son como si fueran lo contrario.   

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79 

Cuando se apacigua un encono grande hay,

inevitablemente, un encono residual.

¿Cómo podría ser esto bondad?  

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Por ello el hombre sabio se aferra a su promesa

y no hace exigencias al hombre. 

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El que tiene la virtud cumple según sus promesas,

el que no tiene la virtud cumple según los precedentes. 

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El camino del cielo no intima con el hombre,

pero constantemente ayuda al hombre bueno.   

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80 

Principado pequeño y gente escasa:

aunque tenga diez o cien aparejos no los utilice,

haga que la gente dé peso a la muerte,

y que no emprenda lejanas marchas;

y, aunque tenga barcos y carruajes,

no tenga dónde abordarlos;

y aunque tenga corazas y armamentos,

no tenga dónde exhibirlos. 

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Haga que los hombres retornen al uso de las cuerdas anudadas;

que hallen dulces sus comidas,

que hallen bellos sus vestidos;

que hallen apacibles  sus demoras,

que hallen jubilosas sus costumbres;

que los principados vecinos recíprocamente se miren,

que los sonidos de los gallos y los perros recíprocamente se escuchen;

que las gentes lleguen a viejas y mueran,

sin que recíprocamente se visiten.   

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81 

Las palabras de fe no son bellas,

las palabras bellas no son de fe.

El bueno no arguye,

el que arguye no es bueno.

El que sabe no exhibe,

el que exhibe no sabe. 

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El hombre sabio no guarda:

plenamente actúa para los hombres y cada vez posee más;

plenamente da a los hombres y  cada vez es más. 

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El camino del cielo cosecha pero no daña;

el camino del hombre sabio es hacer, no pugnar.

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