Homenaje a Enrique MOLINA
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Poesía, amor y libertad
Por Lía Rosa Gálvez
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El próximo miércoles, en el Malba, se estrenará, durante una jornada de homenaje a Enrique Molina, un video consagrado al poeta, realizado cuatro años antes de su muerte. De esa grabación, anticipamos la entrevista en la que el escritor habla de su niñez en el campo, de sus viajes, de la amistad con Oliverio Girondo y de su obra
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Esta entrevista fue realizada en la casa de Lía Rosa Gálvez en noviembre de 1993 y grabada en video. En éste, se ven fotografìas de niñez del escritor y se lo escucha recitar algunos de sus poemas que, por casualidad, quedaron registrados en una grabación de Thomas Dylan, regalada por Molina a la poeta Adelia Harilaos.
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En el taller de Las tres lunas, de Juan José Hernández, la poesía de Molina estaba muy presente. Enrique venía a los cócteles de presentación. Ilustró con collages un libro de Adelia Harilaos. Enrique me dijo que estaba descontento con las entrevistas que le hacían porque era muy tímido y no podía hablar. [Se lo mostraba leyendo poesías en el Escorial.] Organicé entonces una comida en mi casa y cuando llegó Enrique, le dije "Soy una traidora. Vamos a hacer una entrevista". En ese entonces se grababa con paraguas para cuidar la iluminación. Por último aceptó. El habló con toda fluidez, en un clima de gran intimidad, con mucha gracia.
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[La lectura de los poemas que hace Enrique Molina es de un período anterior. Le regaló a Adelia Harilaos una grabación de Dylan Thomas. A continuación de esa grabación, él había grabado tres poemas, registrados quizá sin que él se haya dado cuenta].
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-El viaje que vos hiciste apenas recibido de abogado tuvo un carácter casi iniciático, ¿no es así?
- Desde chico soñaba con viajes, con aventuras, con novelas de Salgari, con todas esas cosas que leían entonces los chicos, un mundo fabuloso, incitante, mágico, que abría una perspectiva: el horizonte de la inquietud. No soñaba con una familia, con hijos, nada establecido ni estructurado. Me recibí, no saqué el título, lo retiré quince años después. Mi casa no me gustaba mucho, la domesticidad no me atraía, no estaba estructurado para una vida muy familiar. Andaba con otra gente. Me embarqué en un barco noruego, un barco mercante, el Betancuria, que era espléndido. Estaba tripulado por unos noruegos enormes, que te hacían sentir el hombre invisible. Los únicos latinos éramos un cubano, ayudante de cocina, y yo, y para los noruegos, los latinos éramos de lo último. Los ingleses los consideran las últimas ratas del mar. Yo también era ayudante de cocina. Noruega no había entrado en la guerra, navegábamos por la noche con las luces apagadas. No tengo idea exacta de las fechas.
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-¿Adónde fueron con ese barco?
-A Nueva York. Navegando de noche. Después el barco regresó para acá. Pero yo no volví en ese barco. No quiero hablar tanto de ese itinerario. No me acuerdo.
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- ¿Y la vocación por la escritura?
-Desde chico escribía. La vocación es una cosa muy misteriosa porque es lógico en hijos de artistas que sigan una carrera de artista. Mi caso no era ése. Mi padre era ingeniero agrónomo. No tenía nada que ver con el arte.
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-¿Y tu abuela? Porque tu primer libro está dedicado a tu abuela.
-Le dediqué el libro porque ella me hizo una vez una donación de unos pesos con los que me fui a España. Creo que mi abuela no vivía cuando el libro se publicó. Era un reconocimiento tardío.
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-O sea que ella no te guió en la literatura.
-No. Yo empecé a leer de chico y me fascinaba. El primer verso que escribí, cuando era muy chico, era a una estrella. Una noche, tenía ocho años, estaba sentado en un patio grande, en el campo, y miraba el cielo. No sé cómo, escribí una cuarteta dedicada a una estrella. Sentí una emoción por la noche, que quería expresar, comunicar. Uno nunca alcanza a comunicar la conmoción de un chico que, de repente, tiene conciencia de la noche, del verano, del cielo, del cosmos, del universo. Era una noche de campo, en Corrientes, en Bellavista, cerca del Paraná, en una estancia que tenía mi padre.
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-En tu poesía, está muy presente el Norte, Corrientes.
-Todo lo subtropical, sobre todo Corrientes, me impresionó mucho. Aún hoy Corrientes es una provincia extraordinaria, de una fuerza muy especial, que uno no encuentra en otras provincias, como en San Luis, que parece mucho más atemperada. Corrientes es una provincia muy brava, como el guaraní. En esa época, todavía había mucha gente con revólver. En otras provincias, en cambio, antes se veía el cuchillo, no el revólver.
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-Contame de tu amistad con Oliverio Girondo.
-Lo conocí en Buenos Aires. De chico, viví en el campo, en Buenos Aires, en un campo de mi padre que se llamaba La María. Siempre un nombre de mujer presidiendo todo. Con Oliverio tuve una gran amistad, más bien paternal de parte de él. Teníamos bastante diferencia de edad. El era mayor que yo. Era un ser extraordinario, con una personalidad brillante, que se imponía en todos lados. Donde él estaba, era el centro. Tenía una gran capacidad de comunicación, de expresión, un señorío criollo. Al mismo tiempo, conocía el extranjero, era muy culto, lo mandaban a Europa todos los años. Porque él también, como yo, estudió abogacía. Cada materia que daba, lo mandaban a festejar a Europa.
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- Vos le dedicaste dos libros a Oliverio.
-Sí, creo que sí. En esa época, se había separado de Sur. El había sido uno de los fundadores de Sur y empezó a buscar la amistad, la compañía de los chicos jóvenes que estaban escribiendo. La gente de mi generación se fue juntando a su alrededor, en su casa. El vivía en la casa que está al lado del Museo Fernández Blanco. Había en ella una atmósfera muy particular. Tenía una parte llena de huacos peruanos, cuadros muy lindos.
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- El te regaló unas ranas de su colección.
-Sí, esas ranas estaban dentro de un escenario, de una cierta profundidad. Dentro de ese escenario, se desarrollaban unas escenas protagonizadas por las ranas. En una escena, las ranas jugaban en un club muy paquete, de repente se peleaban y hacían una escena de mucha violencia.
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-¿Todavía las tenés?
-Las tenía empotradas en una pared del comedor. Eran dos cajas. Pero parece que Oliverio también se las había prometido a Neruda. Y Neruda me escribió.
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-¿Te pedía las ranas?
-Sí, me las pedía, él las llamaba "los sapitos". Eran unas ranitas embalsamadas, muy extrañas. Me las quería cambiar por un poncho araucano muy antiguo. Yo le dije que no podía dárselas porque las tenía empotradas en la pared. Se quedaron conmigo. Todavía las tengo, no sabemos qué hacer con ellas...
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- ¿Qué podés decirme de la revista Partir de cero?
-La fundé con Aldo Pellegrini. Yo fui el fundador y el primer director. Era una revista de tendencia absolutamente surrealista en esa época. Tenía un carácter especial. No era como una revista literaria que recibe colaboraciones de todo tipo y busca más bien la calidad. Partir de cero buscaba la unidad. Era la única revista absolutamente surrealista que apareció en la Argentina. Salieron tres números nada más, como toda revista literaria. Tenía una diagramación muy linda. Era muy distinta. Después del segundo número, decidimos que no tenía que haber un director. Las cosas tenían que ser de todos los colaboradores. Pusimos como dirección a todos los colaboradores. El primero y segundo número los dirigí yo.
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- ¿Cómo nació Una sombra donde sueña Camila O Gorman, con la que ganaste el Primer Premio Municipal?
-Es un largo texto poético, es una novela, pero su lenguaje no es narrativo. Tampoco es un lenguaje netamente poético pero hay a lo largo de todo el libro una atmósfera poética. El hecho histórico es que Camila se escapó con un cura y Rosas la hizo perseguir. La fusilaron estando embarazada, sin ningún juicio. Para que el hijo que tenía en gestación no muriera hereje, le hicieron tomar a Camila un litro de agua bendita. Esa es la leyenda que hay sobre ella. Fue un episodio muy trágico. Camila es una imagen de poesía total, de libertad total en la pasión, en el amor, en contra de los poderes constituidos, restrictivos y represores de la sociedad, que eran la religión, el poder político y el ejército. Camila se rebeló contra todos esos poderes, aunque ella era una chica perteneciente a la alta sociedad porteña, amiga de Manuelita Rosas, habituée de las reuniones de Palermo. Escaparse en ese momento era romper absolutamente con todo. El padre le pidió a Rosas que le aplicara la máxima pena. La máxima pena era la muerte. El hermano fue el fundador de la policía de Buenos Aires, y el otro era sacerdote. En la casa, estaban representados todos los poderes contra los que ella se enfrentó en nombre del amor, de la pasión.
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- ¿Te tomó mucho tiempo entrar en ese mundo?
-Tuve una inspiración. Yo lo acompañaba a Girondo a la casa de anticuarios de San Telmo, a Pardo, que tenía documentos, cartas de próceres, de escritores, de políticos. Un día cuando acompañaba a Oliverio, encontré un expediente y vi que era el sumario que le habían hecho a Camila cuando la tomaron presa. Me quedó esa imagen y, pasado un tiempo, siempre seguía pensado en escribir esa historia, hasta que un día me resolví a hacerlo. Busqué documentos. La hice en tres o cuatro meses. Fue una cosa bastante disparatada. El impulso que tuve fue disparatado. Lo particular de esa novela, que después siguió en la literatura contemporánea, es que la novela histórica tradicional tomaba un fondo histórico. En Los tres mosqueteros aparece la corte, el rey, Francia, Richelieu, y unos personajes imaginarios que juegan en ese fondo histórico. En Camila... es al revés. La protagonista es un personaje real, también Rosas, los caudillos del momento, y sobre ellos se fantasea, de acuerdo con lo que esos personajes le sugieren al autor. En Camila... , hay una parte histórica, en la que el hecho histórico está tomado con absoluta fidelidad, inclusive con el aporte de nuevos documentos sobre la cuestión, que desmienten a historiadores muy conocidos. Sobre ese relato histórico, se hace una interpretación delirante, onírica, que va en paralelo. Se reúnen en un solo plano los dos planos irreconciliables de la realidad: el de los sueños y el de la historia. Severo Sarduy me escribió un comentario muy interesante. Me dijo que en Occidente hasta hoy la Historia con mayúscula es el gran ámbito en el que se desarrollan las circunstancias de la aventura humana. En cambio -dice Sarduy- yo creo que hay otro ámbito mayor, del que la Historia es un círculo más restringido. Ese ámbito mayor es la poesía, que abarca todo: lo subjetivo, la poesía, lo histórico, la realidad inmediata. Es un campo más vasto.
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- Esa idea aparece en todo lo que has hecho, también en tus collages, en esas mujeres deslumbrantes, sensuales, que describís en palabras y en dibujos. Sos un poeta mayor.
-Sí, un poeta mayor de edad (Risas)... Y al hacerse mayor, uno se hace más chico, se vuelve a la infancia.
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- Tu último libro, La isla incierta, ganó el Premio del Fondo de las Artes.
-Ahora también recibió un premio muy importante de Venezuela, el Pérez Bonalde, que es el nombre de un poeta venezolano del siglo pasado, del romanticismo. Nosotros lo conocemos porque fue el primer traductor de "El cuervo", el poema de Poe. Cuando uno era chico, leía "El cuervo" en esa traducción. Han establecido este premio en Venezuela para la poesía, con la intención de que sea tan importante como el Rómulo Gallegos para la novela. Este premio se da por un libro, no por la trayectoria, por eso me sorprendió mucho que lo dieran por unanimidad a La isla incierta . El jurado es muy interesante: Vitier, el poeta cubano; Sánchez Pelay, venezolano; Blanca Varela, la poeta peruana; Santana, un poeta brasileño.
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-¿Seguís escribiendo y haciendo tus collages ?
-Espero no escribir más. Pero escribir es una fatalidad. La vida no ha tenido otro sentido que lograr una expresión poética y he dejado lo que para otros es la vida más normal, en busca de ese sueño, de esa locura que es la poesía cuando la querés vivir en su totalidad. Por supuesto, nunca se logra, nunca se alcanza lo que uno quiere, es una presa que siempre se escapa. De todos modos, ha sido mi única motivación, el único impulso, que me ha llevado. No concibo separar la vida de la poesía, ése es en realidad el sentido profundo del surrealismo: identificar en un solo término la poesía, el amor y la libertad.
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