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Sade. Cómplices del placer
24 al 27 de agosto
Teatro de la Ciudad
Donceles #36, Centro Histórico
J y V 20 hrs. S 17 y 20:30 hrs. D 13 y 17 hrs.
Tel. 5510-2197
De $100 a $350
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Liberan su ingenio
Ana Rosa Gutiérrez J.
Como una relectura a la filosofía del Marqués de Sade, que se refiere a los juegos de poder y al alcance de la libertad absoluta, el director escénico Israel Casillas estrena el espectáculo "Sade. Cómplices del placer", el cual ha adaptado a situaciones cotidianas de actualidad y que poco tienen que ver con las parafilias sexuales de los denominados "sados".
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Para Casillas es importante definir conceptos en torno a la filosofía del Marqués de Sade para entender mejor el montaje, que incluye música clásica, actuación, performance y canto. El director considera que "no es lo mismo ser Sádico que Sadeano, término que mejor define al Marqués. Los sádicos han existido desde antes de Sade y los Sadeanos a partir de su obra"; por lo que su propuesta teatral representa un ensayo expresado en palabras, cuyo referente son obras literarias del Marqués.
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Los textos vertidos en las escenas no son propiamente citas de lo ya expresado por aquel magno personaje, sino más bien son breves reflexiones e hipótesis de cómo se vive el sadinismo en este siglo XXI. De manera metafórica y aplicada a las relaciones humanas, Casillas busca demostrar que aún vivimos en una cultura de la culpa y que los látigos y las cadenas ahora toman forma de novios, novias, mamás, papás; en fin, personas que heredan traumas y frustraciones que nos impiden ser libres.
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La dinámica del espectáculo consiste en la lectura de escritos, actuaciones, proyección de imágenes e intervención musical de piezas clásicas para piano solo, que van del siglo XVII y hasta la actualidad.
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En "Sade. Cómplices del placer" está la presencia de un personaje significativo, la Marquesa de Sade, interpretado por Regina Orozco, acompañada en la parte musical por el pianista Rodolfo Ritter, así como por los actores Prado, Junior Harding, Tito Hernández, Yammel Rodríguez, Jovan Guerrero, Iván Suárez y Alis Ascencio.
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Cuentos, historietas y fábulas del siglo XVIII (Donatien, 1999)
Quienes creen que el marqués de Sade no era más que un libertino que escribía historias horribles que sólo pueden gustar a otros libertinos, harían bien en leer esta obra. No es que aquí el libertinaje no tenga también su lugar, pero es diferente. Es cierto que en algunas de estas historias salen a relucir ciertos aspectos característicos que delatan a su autor, pero muchas otras podían haberlas escrito perfectamente Voltaire o Rousseau, por ejemplo. Entre las principales obras del Marqués, esta destaca por ser sin duda la más "convencional". Aquí ya no hay escenas abominables, ni largos razonamientos filosóficos que intenten justificar el libertinaje. En su lugar encontramos historias llenas de picaresca y de ingenio, o simplemente divertidas. El personaje del libertino "estándar", que tanto escasea en las otras obras de Sade, es aquí la regla. La mayor parte de los cuentos tratan sobre cornudos, curas libertinos, y demás personajes típicos de los cuentos picantes. Estas características, que para el lector convencional quizás resulten atractivas, seguramente decepcionarán un poco a quien esté acostumbrado a sus otras obras. No es que este libro resulte malo; es divertido y está bien escrito, pero no tiene la grandeza de La filosofía en el tocador o Las 120 jornadas de Sodoma.
La mayoría de los cuentos son muy cortos; algunos ni si quiera llegan a ocupar una página, lo que facilita aún más su lectura y la hace más amena. Tan sólo El presidente burlado destaca por su extensión, frente a la brevedad casi lapidaria de los otros, que son más anécdotas que cuentos. En este, el marqués se ceba continuamente sobre la figura del presidente, lo ridiculiza de todas las maneras posibles y uno casi cree que no continuó escribiendo porque ya no sabía qué añadir para dejarlo a la altura del barro. Esta actitud responde, como se imaginarán todos aquellos que conozcan su vida, al odio atroz que siempre sintió por los jueces, pero muy especialmente por los de Aix, que le fueron los primeros en condenarlo públicamente.
No es, sin duda, la obra más representativa del marqués ni la mejor, pero sí la más divertida y agradable. También es un complemento perfecto de las otras, porque demuestra la versatilidad y la calidad de su autor, y da al conjunto de su obra un mayor equilibrio que la hace más grande.
http://www.sade.iwebland.com/
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