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Revista Literaria AZUL@RTE

Salomón VALDERRAMA CRUZ

Salomón VALDERRAMA CRUZ
 
 Palabra, planetas, núcleo, escapar:
como poemas
(fragmento)
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La importancia de las guerras   

  • «La sociedad industrializada se extenderá
  • a todo el planeta y a las colonias extraterrestres
  • creadas por el hombre.
  • Dos bloques enfrentados o Gobierno Mundial.
  • Oposición entre totalitarios y liberales.»
  • Sociedad Tecnocrática   

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La ley, únicamente, trata de cumplir, herradamente, su función. Las leyes de los hombres (las leyes, fingidas, en tótems, piedras, tatuajes, barro, papiros, archivos, libros, animales o catálogos), las leyes, infinitas, de los muertos, las leyes, limitadas, de los agujeros negros, las leyes, ‘sólidas’, de las matemáticas, las leyes, recaudación, de las religiones genéticas (etcétera.) La ley reproducirse, conservarse o perpetuarse, es un factor intrínseco en las, propias, formas de la vida. Todas, como las entendemos y como las entenderemos, como anexos, ‘racionales’, del Todo. Y es que no hay ser vivo, considerado, en las cadenas evolutivas, inferior al hombre, que no quiera depositar su simiente en la siguiente generación; sea el mismo hombre, equiparable, de aproximado.

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Verosímil es que todo lo que nos ata a la llamada eternidad no es más que un instante en el tiempo sentido y meditado (sea el caso del gozo o sufrimiento), un instante, y menos que eso en el todo permanente o cambiante, según las teorías. Realidad que se evidencia en la frágil carne humana, en lo más delicado de las ideas que sustentan esa carne en lo universal. Nuestra necesidad de sentir pena y remordimiento al espectar la muerte de los hijos, padres, hermanos o semejantes de género y patrón sentimental; que sólo está determinado por nuestra capacidad de dar sentido a todo aquello que nos sustenta como Ser y existencia temporal. Catástrofe sería, si de nosotros dependiera la facultad de partir a lo desconocido de la muerte. Cosa curiosa que en la vida genérica que nos rodea y contiene, todo esté programado para soportar a la especie siguiente en la cadena alimenticia: parece que, siempre, abunda más lo que es más aprovechable.

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Corriente del desequilibrio estamos sembrando en las praderas de nuestra vida o la eterna duda que nos creamos para Ser, omnipresentes, en el valor y el sentido. La muerte nos acompaña, baila con nosotros desde el vacío o el primer día; idea que suspende un inicio, supuesto, en todo nuestro conocimiento. Pero al paso que vamos parece ser que ella misma ya corre el riesgo de desaparecer también, así como las especies que por nuestra capacidad se extinguen. Así las guerras, tratan de salvar algo, cumplen un rol trascendente en la vida absoluta, y en la del ser humano en particular: es el papel de control o probable control. Pero aun así todo va hacia el fracaso. Las poblaciones siguen aumentando en malhadadas progresiones geométricas que no hacen sino desaparecer alimentos y campos de cultivo.

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La vida del hombre con su capacidad de llorar, de creer en dioses, de crear máquinas y tecnologías para perpetuar la vida le están ganando a la sagrada muerte de los seres, o ideas ajenas a nuestros símbolos y entendimientos. Que no se diga que alguna muerte es mala sino que es buena: cumple la función de controlar la población. Así una guerra que aniquile unos 800 millones de personas estaría bien, siempre y cuando no se perjudiquen los ambientes para los demás. Hace 20 años la población del mundo era menor, hace 50 años todavía mucho menor, hace 400 años aún más… Qué esperamos de la vida y de la capacidad de estar a salvo.

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Imaginemos la posibilidad de controlar la muerte, de evitarla. Lo primero que sucedería sería la escasez de alimentos. Todavía hoy cuando en el mundo mueren millones de hambre, sólo de hambre, investigar, crear retractores de la muerte sería como apresurar nuestra propia vida en el todo humano. Sino porqué cuando el hombre encuentra la cura de una enfermedad, en paralelo, hay otra naciendo, o una nueva, y siempre. Será posible que la vida, siempre, busca la manera de protegerse. Es un absurdo pensar en una vida superior a los 100 años, es alarmante y hasta de asesinos creer que la vida debería de ser eterna: tal vez en el caso de que la vida se alimente de minerales y energía solar, totalmente, ya que parcial o indirectamente sí lo hacemos. No es que sea hijo de Satanás-malo o de Dios-bueno para estar erigiendo estos preceptos, que no tienen nada de nuevos, sino que se evidencian diariamente en el fuego que quema los pastos muertos para nuevamente brotar reluciente de nueva vida, purificada vida. No debe existir, y no se debe buscar jamás la eternidad en función de perpetua alimentación, ya que es algo que no se corresponden ni en tiempo ni en espacio. Como aborto de ausencia o de la literatura de la no-palabra. 

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 Ilustración : Steve Adams (http://adamsillustration.com/)

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