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Revista Literaria AZUL@RTE

Grínor ROJO

Grínor  ROJO

Baudelaire, crítico de literatura

Por Grínor ROJO

Charles Baudelaire no sólo hacía literatura, sino también su crítica. El libro Crítica literaria (A. Machado, 1999) da muestras de su labor. 

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Para aquellos que quieran adiestrarse en el arte del denuesto a la crítica académica, nada más recomendable que hacerlo recurriendo al largo artículo que, hacia 1861 ó 1862, Charles Baudelaire dedicó a François Villemain, profesor de La Sorbona, ministro de Educación y par de Francia, y que por razones obvias jamás publicó. Escribe ahí: "Villemain representa la inutilidad rabiosa con aspecto atareado... Su frase rebosa vaciedades... Oscuridad resultante de la difusión y la profusión". No contento con eso, Baudelaire acusa a Villemain de "servilismo", de "citar por el placer de citar" y de otras lindezas parecidas. Todo ello por ser obra del "odio de un hombre mediocre". Y en cuanto a los reproches que el eminente profesor le ha hecho a Chateaubriand, debido a las conocidas debilidades de éste por el incesto, exclama: "¡Y qué me importa a mí la fuente si puedo gozar del genio!".

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Este Villemain, a quien Baudelaire trata así de mal, era nada menos que uno de los introductores de la práctica de la literatura en el repertorio de aquellos asuntos que constituyen el objeto de las disciplinas universitarias. Sin embargo, resulta claro que Baudelaire no lo puede tolerar. Hay algo en el proyecto de una crítica universitaria más que en el hombre que la encarna que a él le repugna absolutamente. Del otro lado, el mayor crítico público de su tiempo es, sin duda, Charles Augustine Sainte-Beuve. Y a ese sí Baudelaire lo menciona con respeto, reconociendo su talento y su legitimidad (aunque Flaubert lo contara entre sus más grandes enemigos).

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Crítico estético

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Pero, ¿quién era Charles Baudelaire, crítico de literatura? No obstante sus incursiones en detalles no siempre pertinentes y a veces incluso pintorescos, Baudelaire es, por sobre cualquier otra cosa, un crítico estético. La frase que reproduje en la que declara desdeñar la "fuente" de Chauteabriand en favor de su "genio" debe ser leída como una declaración de principios. A Baudelaire le interesan los resultados y no las causas; las obras literarias y no sus condiciones de posibilidad. Cuando se adentra en estas últimas, el tono suele ser irónico, dejando caer su sospecha de que se trata más bien de un material que él incluye para el consumo de los lectores masivos del periódico. Considerando que el empeño crítico se iba a mover en las décadas que siguen en dirección a un privilegio de las obras por sobre sus causas, Baudelaire acaba por ser, también en esto -en poesía, nadie ignora su estatura-, un adelantado.

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No basta con decir que Baudelaire es un crítico estético, hay que agregar de qué manera lo es. Sus trabajos más importantes, los que dedicó a Edgar Allan Poe y a Théofile Gautier, ofrecen la pista que buscamos. De Poe advierte que es un
"auténtico Robinson de la poesía, perdido, naufragado en ese vasto desierto humano" que son los Estados Unidos en los albores del capitalismo industrial. Ahí, Poe "soñaba despierto, pero con su dosis de opio puesto para estar seguro de tener al menos sueños auténticos, soñaba con mentiras decorosas, con irrealidades soportables". Y en lo que toca a Gautier, contrapone su narrativa "etérea" a la de los novelistas del realismo elogiando la brevedad y afirmando que Gautier, al contrario de los escritores realistas, "se preocupa bien poco -demasiado poco, según algunos- de cómo ocupa el día Don Fulano, o el Señor Zutano o Perico de los Palotes, y por si Doña Margarita prefiere las insinuaciones de su vecino el ujier o los regalitos del de la droguería de enfrente, que en su día fue bailarín del Tívoli".

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Ese plato fuerte realista no es el de Gautier, evidentemente, y tampoco es el de Baudelaire. Para éste, la tarea de la escritura literaria, cualquiera que ella sea, de creación o de crítica, consiste en la plasmación de lo Bello en el lenguaje, y en el entendido de que lo Bello es distinto de lo Verdadero y lo Bueno, tanto como de las vicisitudes que ha costado generarlo:
"Hay una infinidad de personas que se figuran que la finalidad de la poesía es enseñar, y que debe fortalecer la conciencia o perfeccionar las costumbres o bien demostrar alguna utilidad... La Poesía, a poco que aceptemos escudriñar al interior de nosotros mismos, interrogar a nuestra alma, revivir sus recuerdos de entusiasmo, no tiene más finalidad que Ella misma; no puede tener otra, y no habrá poema más grande, más noble que el escrito únicamente por el gusto de escribir un poema". Más aún: sus estudios sobre Poe insisten una y otra vez en la diferencia entre la vida literaria y la vida burguesa. En este sentido, Poe llama la atención y se gana el aplauso de Baudelaire por su marginalidad, por "bohemio, falto de temas morales y elevados, falto de ideas, de grandes creencias, de respetables certidumbres". Todo eso queda, a su juicio, para el quehacer de los científicos, que son los perseguidores de la verdad, y para el de los moralistas, que son los perseguidores de lo bueno. Poe, en cambio, es "el irresoluto que quiere saber y que anda siempre merodeando al límite de los dos mundos, el natural y el sobrenatural, alejándose de uno para llamar sin parar a la puerta del otro". 

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En otra parte

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Dos vidas, por lo tanto, y dos tipos de producto. Baudelaire instala definitivamente la imagen del escritor en la modernidad como uno que se pone a sí mismo (si es que no lo ponen) fuera del juego y de su producto como una especie única de objeto, que no requiere para su comprensión ni de la ciencia ni de la norma moral. El resultado es un crítico que puede haber sido arbitrario en ocasiones, incluso venal, como cuando escribe para alabar a sus amigos o cuando se doblega sonriendo ante lo que el periódico le impone, pero que sabía muy bien de qué se trataba su métier. No las rigideces de una crítica académica exteriorista y latera, en un lado, y no a las banalidades de una crítica pública sensacionalista, farandulera y torpe, en el opuesto. El deber de su práctica estaba para él en otra parte.
   

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Articulo: http://diario.elmercurio.com/

Ilustración: The Alcorn Gallery

http://www.alcorngallery.com/CelebratedAuthors/CA.php

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